José Antonio Salcedo

Pepillo

Biography

José Antonio "Pepillo" Salcedo Ramírez, first President of the Restoration Government of the Dominican Republic, was born around 1816 to his parents José María Salcedo and María Luisa Ramírez y Marichal. His parents were Dominicans exiled to Cuba during the Era de Francia. His mother's family arrived in 1804 to Baracoa and departed the city in 1808, likely returning to the colony of Santo Domingo. It is currently uncertain if his parents were born in the modern Dominican Republic or Baracoa, Cuba. Pepillo birthplace is unconfirmed and was either Madrid, Spain, Baracoa, Cuba, or somewhere in Monte Cristi, Dominican Republic.
He had one sister, Dolores Salcedo Ramírez, who married a Mr. Sabés. Pepillo married Águeda Rodríguez Pimentel of Las Matas de Santa Cruz, the daughter of Gregorio Rodríguez and Bárbara Pimentel. The couple had 7 children: José Tomás (born 1841), Silvestre, Cristina (born 1851), María Eugenia, Antonina (born 1846), Leonor and Julia Salcedo Rodríguez.
Pepillo grew up in la Línea where he administered land with large heards of livestock and a logging business in the northwest. Places where he operated were in Hatillo Palma, Estero Balsa, and Botoncillo. He also had a military career and though his early career isn't documented, he does appear as a commander in the west during the Dominican War of Independence from Haiti.
While he was not documented in the beginning of the conflict between the Dominican Republic and Haiti, he appeared as a Coronel in the Battle of Sabana Larga which occurred January 24, 1856. This was the final and decisive battle between the two sides that solidified Dominican independence and brought open hostilities to an end after almost 12 years. Coronel Salcedo was part of the 6,500-7,000 men Dominican Northern Army led by General Juan Luis Franco Bidó and defeated the the larger Haitian Army led by Emperor Faustin I. In the following year, he supported Buenaventura Báez during a coup against his regime.

September 14, 1863 he was named President of the Dominican Republic.
November 4, 1864 he was executed by the orders of Gaspar Polanco by firing squad on the beaches of Maimón.

Descendants

SALCEDO, JOSÉ ANTONIO –PEPILLO–

Nació en Madrid, España, pero otros aseguran que fue en Baracoa, Cuba y no faltan los que dicen que su nacimiento se produjo en Monte Cristi. Los padres de Pepillo eran José María Salcedo y Luisa Ramírez y Marichal, ambos españoles. La versión más común en los historiadores es la de que sus padres viajaron de España a Cuba cuando Pepillo tenía un año apenas de nacido y que regresaron al país cuando su hijo era un infante todavía. Así, se hizo hombre en la Línea, don[1]de levantó y administró sus grandes extensiones de tierra, hatos de crianza y ricos negocios madereros, en diversos lugares del Noroeste como Hatillo Palma, Estero Balsa y Botoncillo.

Soldado de inagotable resistencia física e insuperable valor en el combate, habilísimo jinete y diestro como pocos en el manejo de las armas blancas. Su estatura no excedía de cinco pies y seis pulgadas, era rubio, de ojos azules, su fisonomía bastante hermosa, su constitución fuerte… Era infatigable en sus empresas, andaba a caballo más de treinta leguas en un día y al siguiente no necesitaba esforzarse para seguir su marcha. Así lo describe el poeta y escritor Manuel Rodríguez Objío en su obra Gregorio Luperón e Historia de la Restauración.

Fue comandante en las luchas contra las invasiones haitianas en la Revolución de 1857 se opuso a las fuerzas liberales y peleó en defensa del gobierno reaccionario de Báez.

Estaba comprometido con el movimiento de febrero de 1863, pero, según su biógrafo y apologista Pedro María Archambault, se abstuvo de actuar cuando supo que Lucas de Peña había precipitado el inicio de las acciones, porque la indiscreción de Norberto Torres había puesto a las autoridades en alerta y se habían iniciado las detenciones. En esos días de febrero, Salcedo estaba prófugo por haber dado muerte en un duelo personal a un trabajador suyo llamado Luciano Tavárez. El 25 de febrero lo apresaron en Boca de San Marcos, fue trasladado a la cárcel de Santiago, logró fugarse el 21 de agosto y se trasladó apresuradamente al Noroeste, para sumarse a los patriotas, que ya tenían las villas y campos de la Línea ardiendo al fuego de la guerra popular.

Se unió Salcedo a Juan Antonio Polanco y a los demás jefes militares sublevados en el mismo momento en que se llevaba a cabo la toma de Guayubín. De ahí marchó hacia Dajabón, en busca de ajustarle cuentas al bárbaro español Juan Campillo, que decidió refugiarse con sus tropas en territorio haitiano. Pepillo Salcedo reunió hombres y se fue a Santiago, encabezó el ataque al arma blanca mediante el cual fue tomado el fuerte de El Castillo y el 14 de septiembre, al día siguiente de la huida de los españoles hacia Puerto Plata, se formó el gobierno de la República en Armas, y Salcedo fue escogido como Presidente. Benigno Filomeno de Rojas, de recia concepción liberal y patriotismo militante, fue su vicepresidente. En el gabinete con que empezó a ejercer sus funciones, predominaban prominentes patriotas civiles y militares.

El estilo característico de Salcedo fue pasar la mayor parte del tiempo en campaña, encabezando combates, supervisando los negocios de la guerra y fiscalizando el cumplimiento de las ordenanzas. Mientras su vicepresidente, De Rojas, hasta el 16 de marzo de 1864, y Espaillat, después, ejercían funciones ejecutivas. Al paso del tiempo, el movimiento Restaurador perdió vigor y fue cayendo en una peligrosa rutina. Vino la crisis y en ella se incubó la disidencia primero y la conspiración poco después.

La falta de acción en numerosos frentes de combate y la ociosidad crearon el ambiente para que los oficiales se apartaran de la rigurosidad con que debían comportarse ante aquellas tropas sin la necesaria formación y que combatían rodeadas de precariedades y carencias materiales. Los soldados, de su parte, empezaban a tomarse libertades y a ceder a la tendencia espontánea a relajar los hábitos militares y las normas propias de los campamentos en tiempos de guerra. Vino el golpe moral que significó la toma de Monte Cristi por los españoles el 17 de abril de 1864 y aumentaron las dudas y las vacilaciones cuando el presidente Salcedo entró en contactos con el mariscal De la Gándara. Al respecto se dice que al enviar una comisión a parlamentar con este intrigante y astuto español, Salcedo instruyó a los comisionados para que admitieran la rendición, a cambio de la retirada de las tropas y el compromiso de traer a Buenaventura Báez de vuelta a la presidencia. Hasta en el seno de los miembros de la comisión surgió el malestar y el prestigio del Presidente cayó a sus más ínfimos niveles.

Se agudizó la crisis cuando Salcedo dictó un decreto el 24 de agosto de 1864, mediante el cual quedaba disuelto el gabinete y todo el poder de decisión se concentraba en el Presidente con el simple auxilio práctico de un Secretario General.

Crecieron las sospechas de debilidad y tolerancia ante los enemigos de la Patria después que el presidente intervino personalmente para que fuera perdonado el señor Ambrosio García, padre del general Restaurador y cercano amigo de Pepillo, Federico de Jesús García, aunque contra el acusado existían pruebas claras de su viejo servicio a los ocupantes y de haber cometido crímenes de alta traición contra su patria. Salcedo desafió el consejo de sus colaboradores y perdonó al condenado.

Como para redondear el cuadro de adversidades provocadas en muchos casos por sus propios vicios y sus desaciertos, Salcedo se dejó cegar una vez más por sus simpatías baecistas. Pedro Santana, el gran rival de Báez ya había muerto el 14 de junio de 1864, y como si creyera llegado el momento de acelerar el retorno de Báez, que estaba en Madrid, como Mariscal de Campo al servicio de España, pero con la mira puesta en el regreso al poder, Salcedo perdió de vista una decisiva circunstancia. Era el caso de que, aunque el gobierno estaba encabezado por un militante baecista, los más prestigiosos funcionarios y dirigentes del mismo eran opositores tajantes a ese caudillo antinacional. Eran, en su mayor parte, hombres de pensamiento nacionalista e ideales liberales, enemigos por tanto de Báez y su camarilla contra los cuales habían peleado en la Revolución del 7 de julio de 1857. Ante ellos, en una reunión política, el Presidente se pronunció abiertamente a favor de trabajar por traer a Báez y ponerlo a la cabeza del gobierno.

Débil y confiado al extremo de tolerar y aún proteger con su indiferencia a los enemigos de la patria; su propia conducta dio pábulo a la calumnia y abrió el camino del triunfo a sus rivales, asegura Objío en un pasaje de la obra aludida líneas arriba. Estaban creadas las condiciones de la sublevación y cuando los actos de Salcedo amenazaban con comprometer la suerte de la Guerra de Restauración, el general Gaspar Polanco, antiguo santanista y que tramaba el golpe desde hacía algún tiempo, aprovechó una de las habituales ausencias de Salcedo e inició un levantamiento que contó con el respaldo del ejército y de los más sobresalientes dirigentes políticos de la Revolución Restauradora.

El 10 de octubre de 1864 el presidente Salcedo fue detenido en Botoncillo, Guayubín, y quedó instalado el general Gaspar Polanco en el gobierno. El día 14 dictó un decreto que dispuso la expulsión del derrocado presidente hacia Haití; no fue posible y el 20 del mismo mes se anunció que en razón de las dificultades presentadas por las autoridades de Juana Méndez para recibir el desterrado, a Salcedo se le mantuviera bajo arresto, incomunicado en Guayubín, en espera de la llegada de una goleta inglesa al puerto de Blanco, hoy Luperón, para mandarlo al exterior. Poco después se le condujo al campamento de Las Jabillas, en Puerto Plata, donde quedó bajo custodia del general Carlos Medrano.

Mientras tanto, enemigos acérrimos de Salcedo habían estado empeñados en hacerse de él para fusilarlo. Juan Antonio Polanco, Pimentel, Monción, lo habían seguido con encono y tenacidad dignos de mejor causa y si no lograron su propósito fue porque chocaron de frente con el sentido del honor y del deber; con la nobleza y el valor del general Luperón, a cuya custodia fue confiado inicialmente el prisionero.

Ya había sido trasladado Pepillo Salcedo al cantón general de Las Jabillas y la tarde del 5 de noviembre de 1864, fue sacado de allí con el supuesto fin de trasladarlo a Blanco. Al llegar a la playa de Maimón, los jefes de la custodia, coroneles Martín Santos y Agustín Peña Masagó, cumplieron la orden emanada del presidente Polanco y, sin formación de causa, lejos del centro del gobierno, sin la menor señal de formalidad legal, aparataron del camino al prisionero y lo fusilaron fríamente.

Se cuenta que Pepillo esperó la muerte sin protestas ni súplicas, con severa resignación ante lo inevitable. Ah, Gaspar… Gaspar… Sólo así… éste era el Blanco a donde me mandaban, fue uno de sus escasos comentarios. Una versión recogida por los historiadores asegura que cuando Salcedo vio la poca profundidad del hoyo en que se iba a sepultar su cuerpo inerte, cortó una vara, se midió él mismo y pidió que hicieran el hoyo más profundo para que el cuerpo no lo desenterraran los animales; y que le pasó la vara a uno de los oficiales y le pidió transmitirle un mensaje al nuevo Presidente: Díganle a Gaspar que con esa misma vara lo medirán a él. Finalmente llamó a un jovencito oficial, miembro del pelotón de fusilamiento, se quitó las prendas y se las entregó con el encargo encarecido de hacerlas llegar a la señora de Salcedo que estaba entonces en su hogar en Estero Balsa. El joven oficial resultó ser Ulises Heureaux –Lilís–.

Los restos de Salcedo fueron exhumados por diligencias de su viuda, llevados inicialmente a Guayubín, de ahí a la iglesia de Monte Cristi, en 1865; en 1874, Wenceslao Álvarez encabezó como Gobernador de Puerto Plata el traslado de los restos a la fortaleza San Felipe, de esa ciudad, donde el munícipe Miguel Cocco le erigió una tarja; en 1928, la Sociedad Amantes de la Luz, de Santiago, los hizo trasladar a la iglesia mayor de esa ciudad y actualmente descansan en el Panteón Nacional, a donde fueron colocados en agosto de 1988.

Jose Antonio Salcedo, primer Presidente de la Restauracion. Murio asesinado el dia 4 de noviembre de 1864, en jurisdiccion de Puerto Plata.
Padres: Jose Maria Salcedo y Lucia Marichal, quienes procrearon a Jose Antonio (Pepillo) y a Dolores. El primero caso con Agueda Rodriguez, de Las Matas de Santa Cruz y tuvieron a: Jose, Silvestre, Cristina, Maria Eugenia, Antonia, Leonor y Julia; Dona Agueda, la esposa, era hija de Gregorio Rodriguez y Barbara Pimentel. Dolores caso con Mr. Sabes y procrearon a: Lucia, Carmen y Jose Ceferino Sabes.
Geronima Ramirez, hija de Ines Marichal y prima hermana de Pepillo, caso con Don Fernando Cabreja, quienes tuvieron un hato en "Las Penas"; y su casa de familia en Monte Cristi, en la calle antigua del Comercio, espquina antigua Restauracion o sea en la esquina frente a la Iglesia por el Este y Don Ezequiel Garcia por el Norte.
El individuo a quien Pepillo Salcedo hubo de herir en combate singular, en Estero Balsa, era de apellido Olivo. El senor Blas de la Maza, practicante de medicina del Ejercito espanol (cubano) se nego a certificar que Olivo muriera de esa herida, porque el le habia curado de ella, muriendo de otra causa tiempo despues. Eso ocurrio cuando por sus actividades nacionalistas se le encarcelo en Santiago poco antes del 16 de Agosto de 1863, con el pretexto de que Olivo murio por esa herida que Pepillo le infirio.
Jose Antonio Salcedo, que en compania de Federico de Jesus Garcia habianle ocasionado al criminal coronel Campillo, una cobarde e ignominiosa derrota internandose despavorido en Haiti. Aparecio Jose Antonio Salcedo el dia 1ro. de Septiembre 1863, que venian de Dajabon en cuanto llego a Santiago pidio ordenes para desalojar El Castillo operacion arriesgada y dificil, por tratarse de un punto por todas partes predominante "pero era un soldado de vision y estaba rodeado de hombres muy escojido. Rompio Pepillo sus fuegos desde Rincon Largo avanzando en carreras cerradas despues de cada descarga y cuando estuvo cerca del puesto, emprendio una formidable carga al machete que pronto anonado a la guarnicion; esta huyo hacia la fortaleza "San Luis", dejando algun botin, bastante armas y amarrado al suelo a un dominicano que no era soldado, pero quien habia mandado Pepillo como parlamento a llevar un pliego pidiendo la rendicion de dicho fuerte. La atrevida accion costo a los republicanos 4 muertos y un herido, y al enemigo un monton de muertos y 4 prisioneros".

Sources

17 de Abril 1863 by Jimenez